sábado, 15 de junio de 2013

No sigas la "ruta del becerro".

La Ruta del becerro


Un día, por el bosque primitivo
Caminaba un becerro a su destino
Trazando un sendero torcido
Como lo hace todo perdido.

Trescientos años han pasado
Y el becerro habrá expirado
Pero aun el sendero ha quedado
Dejando un mensaje grabado.

Al día siguiente lo recorrió
Un perro extraviado que lo usó

Luego pasó un buen día
Inteligente, una oveja guía
Con el rebaño que conducía
Siguiéndola como correspondía


Y desde entonces, con todo rigor
En el bosque el sendero se afirmó
Y muchos hombres lo transitaron
Dando vueltas, giros y meandros

Pronunciando maldiciones
Por tantas circunvalaciones
Pero igualmente persistieron
En aquel desconcierto del becerro

Por esta retorcida senda
Que trazó aquella vez primera.
El sendero se convirtió en camino
Girando y doblando sobre sí mismo

Y luego éste en estrada
Por donde caballos con sus cargas
Trabajosamente transitaban
Durante horas, días y semanas

Y así durante siglo y medio
El camino del becerro recorrieron.
Pasaron los años a todo vuelo
La estrada fue calle de pueblo

Y pronto sin pestañar
En poblada calle de una ciudad
Más tarde, en calle peatonal
De una gigantesca ciudad

Y los hombres por dos siglos y medio
Han recorrido los pasos del becerro.
Cada día cien mil almas
Esa calle transitaban.

Y por allí constantemente
El tráfico de un continente.
Cien mil hombres conducidos
Por un becerro muerto tres siglos

El camino torcido seguían
Perdiendo cien años al día
Pues tal es la reverencia
A la establecida herencia.

Una lección moral podría enseñar
Si fuera llamado a predicar
Pues los hombres tienden a cegarse
A los senderos de becerros mentales

Y trabajar de sol a sol
Para hacer lo que han hecho otros
Siguen el camino trillado
Ida y vuelta, de lado a lado.

Y aún su curso tortuoso recorren
Por seguir el rumbo de anteriores
Convirtiéndolo en sagrado surco
Por donde llevan su futuro

Pero ¡cómo ríen los dioses viejos
Que vieron al primer becerro!
Ah, muchas cosas enseña esta situación
Pero no es la predicación mi vocación.

Autor: Sam Walter Foss, traducido por Alejandro Field

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