viernes, 28 de junio de 2013

Cuatro razones por las que las mujeres no toman el llamado apostólico

Kayy Gordon ha sido pionera en plantar iglesias en el Circulo Ártico. 
(City Life Church)

En medio de un momento muy ocupado recibí un mensaje de un querido hermano misionero que me envío este artículo insistiéndome que lo leyera. Como dije, ocupada como estaba le prometí hacerlo pero unas cuatro horas después que encontré tiempo me adentré en su lectura y apenas unos párrafos supe que tenía que traducirlo para compartirlo a todos quienes les interese esta historia. Lo traduzco acá especialmente para muchas queridas amigas en América Latina que con tremendas batallas se mantienen firmes en proclamar el evangelio que les ha significado el mensaje liberador en medio de culturas opresoras. Para ustedes lo comparto:

Escrito por J. Lee Grady en inglés.
Traducción al español por: Verónica Lozada

La Hermana Peng ha pagado un precio alto por ser una cristiana en China. Ha sido arrestada muchas veces y será de nuevo si la policía la sorprende predicando el evangelio. Obligada a vivir una vida clandestina, debe entrar furtivamente a su casa de noche para visitar a su esposo y a su hija.

La primera vez que Peng fue puesta en custodia ocurrió un poco después de la masacre en la Plaza de Tiananmen en Beijing, 1989. Ella estaba entregando un desembarco de Biblias en chino a algunos pastores no registrados. Fue arrojada a una sucia celda y torturada con una picana eléctrica para forzarla a confesar sus “crímenes”. Durante meses tiritaba en esa celda. Los guardias no le ofrecieron cobijas, sábanas o toallas femeninas.

“Por ocho meses no tuve contacto con nadie. Solo comí sopa en mi celda,” me dijo Peng cuando visité China hace dos años. “Fue realmente la misericordia de Dios que me alimentó y me dio calor.”

Tiempo después Peng fue transferida a una prisión para mujeres donde pasó dos años sola. Durante ese tiempo ella condujo a 32 prisioneras a Cristo. En cuanto fue liberada, inmediatamente reasumió su ministerio de predicadora itinerante.

Ahora de 43 años, Peng no permite que su cuerpo delgado o femineidad la detenga de realizar peligrosas misiones. Y no está sola. Ella es una de muchas mujeres heroínas del movimiento de la Iglesia subterránea de China.

En 2001, cuando visité un grupo de líderes de iglesias no registradas o clandestinas de una ciudad cerca de Hong Kong, descubrí que hoy entre la mitad y dos tercios de todas las plantadoras de iglesias en China son mujeres, la mayoría entre edades de 18 a 24 años. Esas mujeres junto con sus colegas hombres dirigen un estimado de 25,000 gentes a Cristo diariamente.

Una noche después de una reunión con esas humildes apóstolas chinas, regresaba yo a mi cuarto de hotel y descubrí a dos de esas líderes mujeres esperando a mi puerta con un traductor. “Ellas quieren que usted ore por ellas” dijo el traductor.

“¿Son ustedes pastoras o evangelistas?" les pregunté, esperando entender mejor sus necesidades. Ellas sonrieron y contestaron, "Sí." ¿Cuántas iglesias supervisan? Pregunté. El traductor señalo a la que estaba a la izquierda, “esta supervisa 2,000 iglesias, y esta otra supervisa 5,000 iglesias,” dijo.

Yo estaba atónito. Algunas denominaciones en los Estados Unidos siguen discutiendo si una mujer puede pararse detrás de un pulpito, pensaba en mis adentros. Mientras tanto, las mujeres en China estaban ocupadas en misiones peligrosas y gobernando miles de nuevas iglesias. ¡Hay algo mal con esta imagen!

La hermana Peng es una mujer con una misión, y su pasión no mengua. Para el último día de mi visita ella me compartió sus planes de de llevar equipos de cristianas chinas a las republicas musulmanas de la frontera occidental de China –donde esperaba encontrar una persecución más dura que la que sufrió bajo la policía comunista.

Su misión final, me dijo, es mirar a la iglesia China “marchar de China a Jerusalen hasta que todo el mundo musulmán escuche el evangelio.” Peng agregó: “Solía pensar que no saldrían misiones de China hasta después que yo muriera, pero Dios me ha mostrado que ocurrirá pronto. Quiero levantar 700 misioneros, es tiempo de salir al mundo.”

DIOS NECESITA A JUNIA Desde mi viaje a China he conocido muchas mujeres valientes que enfrentan increíbles tribulaciones conforme se involucran en el valiente ministerio apostólico. Como la apóstola Junia quien sirvió al lado del apóstol Pablo y estuvo en prisión con él (ver Rom. 16:7), estas mujeres están dispuestas a morir por Cristo.

Una de esas modernas Junias es Natasha Shedrevaya, una plantadora de iglesias rusa que fue designada recientemente para encabezar su denominación con base en Moscú. Ella supervisa 30 iglesias en Rusia y otras 300 iglesias en las antiguas republicas de la Unión Soviética.

Como Peng, Natasha es una mujer con una misión. Su meta es plantar una iglesia en cada villa del norte de Siberia –una región que abarca varias zonas horarias. Ella está cumpliendo su visión con poca ayuda de Occidente y sin ayuda de la Iglesia Ortodoxa establecida en su propio país.

Conocí otra moderna Junia hace dos años cuando Kayy Gordon visitó mi oficina en Florida. Kayy pasó 40 años en las lejanías del norte de Canada, alcanzando a la aislada etnia Inuit, llamadas comúnmente Eskimales. Nunca se casó, ésta dedicada mujer obedeció el llamado de Dios y se fue a vivir a uno de los más desolados lugares que la mayoría de los hombres no se atreverían a visitar.

Durante los primeros años de su difícil ministerio Kayy tuvo que trasladarse de villa en villa por trineo de perros. Después, luego que más trabajadores se unieron a su equipo, ella perdió uno de los mejores miembros de su equipo en un accidente de aéreo. Pero ni las más desalentadoras circunstancias disuadieron a Kayy de salir del frente de batalla. Para el tiempo que se retiro, ella había plantado doce iglesias y fundado doce Escuelas Biblicas. Las semillas que ella plantó en la tundra del Ártico produjeron un despertar espiritual por toda esa región.

Asombrosamente, cuando comparto historias sobre mujeres como Kayy Gordon, Natasha Shedrevaya o la Hermana Peng, algunas personas aún objetan. Dicen, “no creo que las mujeres puedan ser apóstolas” o, “Dios quiere que sean los hombres los iniciadores, no las mujeres”.

Tú esperarías escuchar esas respuestas de hombres ciegos por mentalidad machista, pero he visto que muchas mujeres sostienen esos mismos cerrados puntos de vista. No creen que sea apropiado que una mujer despliegue el valor apostólico necesario para plantar iglesias o tomar naciones para Cristo.

¡Qué ridículo! La Biblia llama a todos los creyentes –no solo a los hombres- a ser testigos valientes. Y las Escrituras no sugieren que solo los hombres puedan iniciar iglesias. Todos nosotros debiéramos desplegar la clase de fe vencedora que nos lleva a remontar obstáculos, pisotear demonios y desafiar el status quo.

¿Por qué tantas mujeres americanas rehúyen este desafío apostólico? He identificado cuatro razones:
1. Están muy cómodas en sus cuadros religiosos. Hay un espíritu religioso en la iglesia que les dice a las mujeres que deben encajar en cierto “rol femenino” ordenadoporDios. Muchos creyentes creen que la mujer no cumple este rol a menos que este en casa y se enfoque en tareas domésticas.

Aunque la Biblia no dice que todas las mujeres deben cumplir el mismo rol o que las mujeres tengan como función primordial ser amas de casa o efectuar trabajo de cuidado. No todas las mujeres son esposas o madres, y no todas son llamadas a estar en casa de tiempo completo.

Tengo una amiga hispana llamada Jackie Rodriguez quien es una dotada evangelista. En diciembre del año pasado, Jackie llevó con ella a su bebé al sureste de México donde ella predicó en diferentes remotos poblados con su hijo a cuestas.

Algunas mujeres se negarían ante tan aparente peligrosa misión, pero Jackie decidió que ella no se excusaría de cumplir la Gran Comisión solo porque ella estaba criando a un bebé. ¡Ella vive fuera del cuadro!

Por supuesto, no todas las mujeres son llamadas a predicar en el extranjero. Pero mi pregunta es esta: ¿estás tú dispuesta? ¿Has llevado todas tus excusas a la cruz, o estás manteniendo extendido el brazo de Dios porque piensas que podría pedirte ir a una misión para la que te siente descalificada para cumplir?
2. Están paralizadas de miedo. Otra amiga mía, Kim Daniels, tiene un ministerio apostólico que empezó en la ciudad. A inicios del año durante el conflicto Iraquí, ella me llamó para saludarme con una voz emocionada. ¿Hey, Lee, quieres ir a Irak? me preguntó. “¿ahora?”, le pregunté asombrado “¿durante la Guerra?”.

Kim estaba seria. Como antigua soldado del ejército americano, estaba ansiosa de ir al frente y ministrar a las tropas estacionadas en Irak y Kuwait. Durante la Guerra del Golfo en 1991. Kim había conducido muchos hombres al Jesús –quería hacerlo de nuevo.

Yo estaba impresionado por la falta de miedo de Kim. Su valentía era todo un contraste con la pasividad y timidez que he visto en muchas mujeres americanas –muchas de ellas dejaron de viajar en aviones después del 9/11 debido a su miedo al terrorismo. Aunque Kim no terminó yendo a Irak durante la guerra, ella ministró a las esposas de los hombres en servicio de una base en Alemania.

Dios no ha llamado a ninguno de nosotros a vivir controlados por el miedo, y las mujeres no pueden usar el género como excusa para ser tímidas o pusilánimes. De hecho, el apóstol Pedro manda a las mujeres a renunciar al temor para llegar a ser verdaderas hijas de Sara (1ª Ped. 3:6).

3. Están esperando que los hombres les den permiso. La iglesia conservadora en los Estados Unidos ha condicionado a las mujeres a ser pasivas. Por años le hemos dicho a las mujeres que se callen, que se mantengan al margen del liderazgo y que esperen instrucciones de los hombres. Mientras tanto, el Espíritu Santo ha estado cortejando a las mujeres a no prestarle atención a la voz de la religión para que puedan escuchar su voz.

Ciertamente Dios no necesita el permiso del hombre antes que El comisione a la mujer para hacer algo. Las parteras hebreas, de hecho, desafiaron la orden de Faraón y se rehusaron a matar a los bebes hebreos en el alumbramiento como había mandado. Débora, la gran profeta del Antiguo Testamento, recibió sus órdenes de Dios, no de un hombre. Cuando Dios anunció a María la venida del Mesías, ella no consultó a su padre o a su prometido primero.

Recordemos que Jesús apareció a María Magdalena en la tumba antes que a Sus discípulos varones la mañana de Resurrección. Si estás esperando el permiso de un hombre para desarrollar alguna forma de ministerio, ese permiso puede que nunca llegue.

Tú debes obedecer la voz de Dios. Cuando estés delante del trono de Dios, no pienses que “mi esposo no me permitiría hacer eso” será una excusa permisible.

4. No han acogido el mandato apostólico. Pocos cristianos americanos –hombres o mujeres—tienen celo genuino por ver la expansión del Reino de Dios a las naciones. Aunque Jesús nos mandó buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia, los esfuerzos misioneros rápidamente caen al final de la lista de prioridades al distraernos por materialismo y los cuidados de esta vida.

No obstante, debemos recordar que en este tiempo de amenazas terroristas, brotes de virus e inestabilidad económica, Dios no ha revocado la Gran Comisión. El no nos ha dicho: “Ustedes no tienen que llevar el evangelio a las naciones mientras las amenazas de violencia subsistan”.

No, la Gran Comisión permanece. Tomemos el desafío, traguemos nuestros temores y no amemos nuestras vidas “hasta la muerte” (Apoc. 12:11).

Cada generación anterior ha tenido sus valientes mujeres guerreras. Desde los días de la iglesia primitiva, cuando las mujeres de fe fueron despedazadas por los leones del Cesar en el Circo romano, las hijas de la iglesia han dado valientes testigas.

¿Dónde están esas mujeres de fuego hoy? Mi oración es que ellas emerjan en esta década con un mayor celo, una compasión más profunda y un compromiso más fuerte que cualquier otro tiempo de la historia.

1 comentario:

  1. estamos en una época muy especial.donde se cumple la voz profética de cristo cuando dijo que en los últimos tiempos aparecerían falsos cristos y que estos engañarían con prodigios y señales.
    lamento que alguien escriba y no de referencias de quién y con que autoridad escribe.
    cuando se apoya un apostolado tal y como la biblia lo enseñó ,en nuestros tiempos no deben existir esos falsos apóstoles,la era apostólica terminó con los apóstoles de cristo. a lo largo de la historia de la Iglesia de Jesús desaparecen como hasta hoy se vuelve a dar auje a una era que terminó y no vuelve haber apóstoles de renommbre a lo largo de la historia en estos 20 siglos? los verdaderos apóstoles tienen tre características bíblicas: 1.-fueron elegidos personalmente por nuestro Señor para el inicio de su ministerio.
    2.-fueron capacitados durante tres años y medio directamente por el Señor Jesús y;
    3.-lo vieron resucitado !!!!!que fácil es autonombrarse apóstol hoy en el siglo XXI ????cuidado con las falsas doctrinas!!!!la verdadera Iglesia también tiene tres marcas bíblicas.1.- predica solo y correctamente la Palabra de Dios.
    2.-tiene dos sacramentos bíblicos,la santa cena y el bautismo Y;
    3.-ejerce la disciplina en sus dos vertientes, educa a la Iglesia en la Palabra de Dios y aplica la disciplina judicial.
    Atte. Pbro. Samuel Elí Espinosa Gallardo.
    Vice- Presidente del Respetable Primer Sínodo de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México AR

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