“La Iglesia guardó silencio, cuando debió haber gritado, por la sangre de
los inocentes que clamaba al cielo…
La Iglesia reconoce haber sido testigo del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sinfín de inocentes, de la opresión, el odio y el homicidio, sin haber alzado su voz por ellos, sin haber encontrado los medios de acudir en su ayuda.
Dietrich Bonhoeffer
Prioritariamente propondría que la pastoral tome con ahínco la tarea de discernir el momento en que se atenta contra la dignidad humana de las personas; familias. Así, ser capaz de acompañar con una pastoral responsable que coadyuve al sano desarrollo de los miembros; sin duda, es parte esencial de la tremenda tarea que la iglesia debe asumir.
La tendencia actual globalizada de desmantelar el bienestar de los ciudadanos y echar abajo los derechos sociales que antaño se responsabilizaba el Estado y se concebía como su razón de ser en el llamado Contrato Social; se encuentra hoy en su máximo y feroz apogeo.
Desde el Estado y el Mercado; las familias están sufriendo una embestida hasta los cimientos. En la búsqueda de la privatización de todos los recursos, aquello que antes se suponía como bienes sociales: la salud, la educación, la seguridad, el derecho a la vivienda, al agua, a la recreación, etc., hoy se tiende a privatizar: quien tenga dinero que pague por ellos. Este escenario plantea profundo sufrimiento para la familia y especialmente sobre la mujer y los menores; por supuesto, el hombre también sufre.
¿Qué debe hacer la iglesia ante esto? ¿Cómo puede ser una pastoral que acompañe y traduzca en gestos concretos el mensaje liberador de Jesús? ¿Cómo cooperar con las familias para asumir sus diversas funciones?
No creo que nosotros podamos tener todas las respuestas a estas preguntas, pero sí creo que como Iglesia tenemos que esforzarnos en un ejercicio de auténtica coherencia con los principios cristianos para traducirlo en acción social.
Bien podríamos como Iglesia colaborar en educar para reforzar las funciones de constitución de la familia, distribución justa del trabajo en casa, educación familiar, socialización, reproducción, cuidado afectivo y de recreación; por nombrar algunos gestos concretos a los que se traduciría la acción social de la iglesia hacia las familias.
Empezar por ser una iglesia que educa, discipuladora. Educar para Fundamentar la Vida en Comunidad. Reforzar y mantener la vida comunitaria (como iglesias y como familias). Dentro de esas materias habría que contemplar el tema de justicia social y necesariamente nombrar las injusticias privadas y públicas para irnos sacudiendo los puntos ciegos.
Si hemos tomado siglos practicando denodadamente estas injusticias, es claro que tendríamos que invertir mucho tiempo en visibilizar, reconocer y desnudar esas formar de injusticia privada y pública que hemos normalizado. Derivado de ello, creo en una poderosa forma de enseñar no sólo al interior sino al exterior (mundo al que somos llamados a servir), definiendo el ser al que aspiramos como familias y naciones. Pronunciamientos que condenen las formas de opresión a las familias.
Estos pronunciamientos; Cartas de Solidaridad con nuestro prójimo serían también denuncias sociales por todo el sufrimiento producido a causa de decisiones políticas deshumanizadas, que deberán también nombrar las causas estructurales de la pobreza. Ese gesto concreto nos definiría como una iglesia verdaderamente cristiana y coherente al Maestro. Así, trabajar además Brigadas populares de Educación, hacer Investigación y Publicación de estudios enfocados a la familia, al matrimonio y al divorcio (serios, transversales y multidisciplinares), como un dialogo teológico con las ciencias sociales por ejemplo. Algunos de los métodos que propondría para ello sería una exégesis desde la realidad latinoamericana y desde los oprimidos, igualmente la propuesta de la hermenéutica de la sospecha, por supuesto, se hace necesaria la Relectura de la Biblia y el repensar a Dios.
Estos pronunciamientos; Cartas de Solidaridad con nuestro prójimo serían también denuncias sociales por todo el sufrimiento producido a causa de decisiones políticas deshumanizadas, que deberán también nombrar las causas estructurales de la pobreza. Ese gesto concreto nos definiría como una iglesia verdaderamente cristiana y coherente al Maestro. Así, trabajar además Brigadas populares de Educación, hacer Investigación y Publicación de estudios enfocados a la familia, al matrimonio y al divorcio (serios, transversales y multidisciplinares), como un dialogo teológico con las ciencias sociales por ejemplo. Algunos de los métodos que propondría para ello sería una exégesis desde la realidad latinoamericana y desde los oprimidos, igualmente la propuesta de la hermenéutica de la sospecha, por supuesto, se hace necesaria la Relectura de la Biblia y el repensar a Dios.
Me atrevo a atribuir el desencanto de las jóvenes generaciones hacia la Iglesia, a su silencio cómplice con regímenes o sistemas de opresión; como expresó Dietrich, cuando como Iglesia debimos haber gritado, permanecimos mudos.
A la Iglesia actual, sus palabras nos quedan como anillo al dedo, pues hoy la Iglesia está siendo testiga del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sinfín de inocentes, de la opresión, el odio y el homicidio, sin haber alzado su voz por ellos, sin haber encontrado los medios de acudir en su ayuda. La iglesia es pues, culpable de las vidas de los hermanos más débiles e indefensos de Jesucristo.
Quizá porque (no se en Latinoamérica), pero en México, se debe a que la Iglesia solo ha sido enseñada a una sumisión que raya en la alienación; exenta de razonamiento crítico y que no se inmuta ante lo injusto, pues se le ha entrenado en disposición al autoritarismo. En cuanto a ofrecer resistencia, no solo no la considera, sino que la clasifica como obra del diablo. Así, no es de extrañar, que nuestra amada Iglesia languidece por ignorancia.
Parece que la clave es ser una iglesia educadora; discipuladora de hombres y mujeres.
[1] She The Church (anotación mía) was silent when she should have cried out because the blood of the innocent was crying aloud to heaven...she has witnessed the lawless application of brutal force, the physical and spiritual suffering of countless innocent people, oppression, hatred and murder, and that she has not raised her voice on behalf of the victims and has not found ways to hasten to their aid. She is guilty of the deaths of the weakest and most defenceless brothers of Jesus Christ. Bonhoeffer, Dietrich. Ethics, págs.. 110-111 (Escrito en los días de Hitler como una abierta denuncia al silencio de la iglesia en Alemania.).
el problema no es la Iglesia ni las religiones distintas del globo terraqueo radica en realidad que todos somos humanos parcializados en unna idea especifica que comparten cierta cantidad de personas le colocan unas doctrinas ciertas leyes y lo llaman religion , pero en el fondo es la gra ganas de creer en nosotros mismo todo esto no estaria mal si el poder en tener la verdad y seguidores no nos colcomiera , por eso a mi parecer la unica forma de encontrar justicia seria reconocer que Dios llamese como quieran nos hiso humanos a todos para que supieramos las carencias y los atributos de nuestra condicion , pero ya vez que desde todos los tiempos iglesias, y religiones solo levantan el dedo para acusar jamas para igualarse a quienes son victimados al menos que les sirva de publicidaad
ResponderEliminarPero no deseo ser injusta con los que realmente ayudan por devocion que son muchos pero no se hacen ver
un beso
Hanna