Ayotzinapa
es un retazo de muestra de todo el lienzo social. Un microcosmos reflejo del
macrocosmos. No son solo los 43 normalistas desaparecidos que no rebasan de 22
años en promedio, somos todos y cada uno de los mexicanos a quienes se nos
impone el terrorismo de estado y se nos desaparece en decisiones políticas
inhumanas y diabólicas que amenazan toda forma de vida en el país.
Es
el gobierno en todos los niveles sordo, ciego y mudo que avanza implacablemente
con sus políticas que materializan el despojo y las atrocidades, cual Atila que
va dejando a su paso solo muerte, conduciendo al país a la convulsión y a la
desesperanza en todos los órdenes para único beneficio de poderes globales y
nacionales oligárquicos y paralelos a los internos.
Es un doloroso y lacerante silencio cómplice de la sociedad esperanzados en una "ilusión de libertad", creyendo que el mal no les alcanzará mientras se mantengan al margen e insolidarios con quienes sufren hoy.
Ayotzinapa, es el terror,
el cinismo, la desvergüenza contra los indefensos. Es un estado que tartamudea
sin hilar respuestas sobre su inepta, corrupta y maligna participación
delincuencial. Ayotzinapa es el salario mínimo menor a 5 dólares por jornada diaria de 8 horas; son los
feminicidios de Juárez; es la presidencia comprada descaradamente; son los
millones de paisanos que huyen del país en busca de sobrevivencia; es la
maquila industrial en todo el cinturón fronterizo con salarios mínimos
infrahumanos; es la matanza de Tlatlaya; son las políticas públicas que generan
millones de pobres—60 millones y contando; es el México orgulloso por haber
producido al hombre más rico del mundo—Carlos Slim; es un Congreso que vota
contra el interés social; son legisladores que votan por un aumento a su
salario de más de 20mil dólares mensuales, mientras al mexicano de a pie le
asignan un salario mensual que no rebasa los 100dólares; es Tamaulipas con
fosas llenas de migrantes masacrados; es Michoacán cuyos pobladores han tenido
que organizarse en autodefensas para detener las violaciones a sus menores
hijas y a sus mujeres y el cobro de piso por sus cultivos; es Ernestina
Ascensio mujer indígena y pobre, quien pastoreando sus ovejas es hallada
moribunda y alcanza a decir a su hija que fue violada por militares y que el
propio Felipe Calderón se atreve a declarar que ha muerto por gastritis,
desmintiendo la primer pericial que probaba la violación tumultaria que le
causó la muerte; es la desvergüenza de toda la clase política; es la sociedad
aletargada que vende su dignidad por $200.00 en tiempo electoral; es una Iglesia colaboracionista con la opresión diabólica imperante.
Es Puebla con su
ley bala que cobró la vida de un niño de 11 años; es Morelos con
encarcelamiento de líderes defensores del maíz, de la tierra y los recursos
naturales; es Néstora Salgado, mexicamericana que se atrevió a organizar a su pueblo en Olinalá, Guerrero
ante el sometimiento de los narcocarteles y quien en lugar de ser reforzada por
las fuerzas del orden, es encarcelada injustamente para allanarle el camino a
los carteles dueños de la plaza; es Sonora donde la Minera propiedad del
oligarca mexicano Germán Larrea, causa un derrame de más de 40 mil metros cúbicos
de ácido sulfúrico con metales pesados: fierro, aluminio, arsénico, cadmio,
cobre, manganeso y niquel a los afluentes del río Bacanuchi y río Sonora:
vitales para la vida humana, no sólo de México, sino de todo el mundo ¿acaso no
van las aguas, a las aguas?; son miles de peces muertos a lo largo de litorales
por la irresponsabilidad de la codicia diabólica; es el pueblo Yaqui cuyos
líderes comunitarios sufren hostigamiento criminal por parte del propio
gobernador; es el Dr. Mireles dirigente de autodefensas que luchaban por
defender su derecho a la vida, asolados por hordas criminales en connivencia
con autoridades, extorsionados, secuestrados y raptadas las mujeres; es la práctica del bien propio contra el bien
común.
Es Campeche, Yucatán, Quintana Roo con sus playas privatizadas para
beneficio de unos cuantos y la muerte de ecosistemas vitales no solo para
México, sino para la humanidad; son estos estados y los demás, gobernados por
represores que desaparecen a todo disidente u opositor que se atreve a
denunciar el mal; es Kamel Nacif pederasta protegido desde el poder que embistió
a la periodista Lydia Cacho en connivencia con un impune gobernador, por denunciar
redes de complicidad protegiendo la pederastía, prostitución y trata de humanos
con autoridades que debieran velar por la sociedad y que a la postre la llevó a
huir del país por salvar su vida; son cientos de periodistas asesinados por
desenmascarar al monstruo.
Es el litoral, valles, montañas, pequeñas y grandes
ciudades asoladas por el terror ejercido desde el poder; sicariatos ejecutando
sin un poder que los detenga; es ser detenido en la carretera inesperadamente
por un “retén” sin que sepas la suerte que te espera; es totalitarismo
disfrazado de democracia; son los monopolios que nos persiguen y amenazan
nuestra vida como abogados que defendemos al pobre agraviado; es una maraña de
leyes que requieren una vida para transitar un juicio; es la miseria y la falta
de oportunidades que expulsan a miles fuera del país; es la mendicidad de los
derechos en pos de una vida digna; es
Tita Radilla buscando a su padre desaparecido en la “guerra sucia” sin que
hasta hoy aparezcan sus restos; son 400 fosas clandestinas que se han
encontrado solo en estos días de búsqueda de los normalistas; es un país que
han convertido en fosa común, negando la cristiana sepultura de nuestros
muertos; es un montaje de país democrático y libre; son todos los estados,
todas las personas.
Ayotzinapa no es algo que ha ocurrido en el estado de Guerrero en México, el agravio trasciende a toda la humanidad, pues cuando se regatea el derecho más elemental del ser humano en algún punto de la tierra y callamos sin proferir condena; en realidad la tragedia es de dimensión global. Desaparecer seres humanos se pensaba superado desde el horror de la segunda guerra mundial, Ayotzinapa nos recuerda que la humanidad sigue acechada por bestias sanguinarias a las que no se les puede conceder olvido ni perdón.
Ayotzinapa no son solo los 43 estudiantes desaparecidos, es
toda una nación yéndose al precipicio, a menos que en medio de todas estas tinieblas decidamos unirnos para iluminar esta oscuridad.
La luz en las tinieblas resplandece
Soli Deo gloria
Verónica Lozada
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