Es domingo temprano, me estoy lavando los dientes y me informa mi hija que Sanjuana Martínez publicó un comunicado, lee en voz alta para las dos: “El precio de denunciar”.
El relato es estremecedor, paro de lavarme los dientes, no me quiero perder ni una palabra. Me inunda la indignación por el abuso. Me quiebro cuando escucho:
“Me sacan de mi casa policías con armas largas. De pronto veo a lo lejos a mi ex marido Carlos Castresana Fernández, fiscal del Tribunal Supremo de España y ex director de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala de la ONU, conferencista y especialista en violencia de género. Tiene una sonrisa de satisfacción...”