Esta mañana al despertar me vino a la mente ese hermoso
pasaje “Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviéramos en ellas.” (EFESIOS 2:10).
Y al doblar
mis rodillas ante el Soberano del Universo agradecía la Vida; esa porción
diaria de 24 horas que se nos regala y de la que somos conscientes con cada
despertar. Y así, agradeciendo; alabándole por su hermosura, la magnificencia
de su perfección, guardaba silencio a momentos para dejar sonar su voz en mi
corazón. Y el pasaje seguía resonando fuerte en mi interior…
A su
asombrosa sabiduría sólo podía responder con alabanza y profunda gratitud y de
repente pregunté: ¿cuáles son las obras que tienes preparadas de antemano para
mí hoy? Ningún sonido, nada
sobrenatural, todo cómo siempre es, Dios asombroso emitiendo poderosos mensajes
sin sonido alguno.
Levántate y
Vive este día como cada día, por fe!
La primera
noticia del mundo circundante con que me topé hoy, fue enterarme de la
desaparición de Gaudencio Mancilla (defensor de los recursos naturales en
Jalisco). Un hombre que ha luchado contra intereses de transnacionales rapaces,
al ver amenazada la vida de su población por la contaminación del agua, la tala
inmoderada y clandestina de sus bosques y ha sido un profeta denunciando la
amenaza contra la vida humana.
¡Cómo me ha
hecho meditar todo este día sobre la gracia de la vida que cada día recibimos y
la poca apreciación que damos a ese extraordinario acontecimiento que se
renueva cada mañana!
Hombres como Gaudencio
que desde la infancia están tan hermanados con la tierra, el aire, el agua, el
sol, las flores, las montañas, los árboles y que se embriagan de toda esa
belleza de la tierra que Dios creó y todos esos dones maravillosos y se rehúsan
a perder ese derecho divino a seguir contemplando la montaña tal como la han
conocido, o seguir bebiendo del agua fresa de esos arroyos. Toda esa belleza
natural que desfila ante nosotros gratuitamente, que llenan los ojos y el alma
de tanta belleza y regocijo y que, por el contrario, aquellos como nosotros
citadinos; que desde pequeños crecemos rodeados de concreto, no somos capaces
de apreciar en su esplendor, ni alcanzamos a justipreciar esos maravillosos
regalos y desapercibidos de las voces de
alerta malgastamos un precioso día de 24 horas, sin hacer la defensa de la
vida.
Me indigno
por la desaparición de Gaudencio. Elevo mi oración por él, agradezco haber
escuchado su historia, por esa buena obra que ha hecho en esta nación de
defender la vida natural. Que mi plegaria le alcance y que su nombre se escriba
en la historia como un defensor de la vida, un defensor de los regalos
gratuitos de Dios a la humanidad, un profeta a México y Latinoamérica, recordándonos
a Aquél que dijo: ¡Mía es toda la tierra!
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