La reflexión sobre la violencia en cualquiera de sus formas es tema obligado hoy. Al respecto, el cristianismo cuyos valores son absolutos, como dogmas de fe para el cristiano; ofrece su innegociable perspectiva. Según el último censo 2010 del INEGI, México se cataloga como una nación de credo “cristiano”, con 83% de población declarada católica y un 7% de población protestante de diversas otras denominaciones cristianas, lo cual nos arroja un total de 90% de población “cristiana”. No obstante, México se encuentra sumergido en una violencia demencial.
A este contradictorio panorama urge un planteamiento que explique la actitud del cristianismo frente a la violencia. Empero, no se trata de esclarecer hasta dónde podemos adentrarnos en los terrenos de la violencia. Desde ya, debemos saber que ese planteamiento es imposible dentro del Evangelio de Jesucristo. Y es que no puedo dejar de vincular el Evangelio a su propietario. Pues se trata del evangelio de Jesús, no de los hombres. Él es la fuente de esas “buenas noticias” y por tanto, elemento inmanente del Evangelion.
En uno de sus más emblemáticos mensajes, “El Sermón del Monte”, también llamado de las Bienaventuranzas; Jesús hace una contundente declaración, diciendo: Bienaventurados los mansos. Bienaventurado significa: afortunado, dichoso, supremamente feliz, triplemente bendecido. Y añade: Bienaventurados los misericordiosos…bienaventurados los de limpio corazón…bienaventurados los que hacen la paz, (o los pacificadores, o reconciliadores). De manera que el Evangelio de Jesús que engendra al cristianismo, es un llamado a vivir según el espíritu de mansedumbre, lo cual es opuesto a la violencia. Y esa premisa es base de todas sus enseñanzas y de su propia vida. El cristianismo en suma, exalta la virtud y no los vicios o miseria humana. Frente a una condición pecaminosa responde con perdón para eliminar la culpa, aunque no elimina el carácter o las consecuencias que devienen y que continúan su marcha, puesto que en todo caso, constituye una suerte de rendición del ser humano frente a sus imperativos morales.
En otra arista, la iglesia primitiva o primeros cristianos, constituyen otro destello de verdad al respecto, por la forma como percibieron y tradujeron el mensaje en su aplicación práctica de vida. La historia de la iglesia primitiva, compuesta de testimonios vivos y escritos (tanto en el Nuevo Testamento como en otros libros dispersos), se convirtió en marco referencial de actuación para las generaciones siguientes, hasta el surgimiento de Constantino donde Iglesia y Estado se amalgaman para unir y preservar intereses comunes. Aunque tampoco deben ignorarse los tropezones de la iglesia primitiva como su rígida interpretación literal de las enseñanzas del Maestro que la condujeron a pensar en el inmediato e inminente fin del mundo y otras interpretaciones por el estilo. Pero sin salirnos del tema central, es importante enfocar la conceptualización de la violencia como elemento ajeno a la cosmovisión cristiana. Mencioné antes el sermón del monte en el que Cristo desterró a la violencia de sus enseñanzas, en un mensaje enérgico y radical donde apunta al sentido opuesto, la paz. Obviamente, choca a los sentidos humanos el planteamiento del sacrificio personal por el bien del otro, el prójimo, mucho más cuando ese otro es un enemigo o contrincante. Sin romanticismo, el mensaje de Jesús admite el conflicto, lo reconoce, pero no lo rehúye ni lo trata de tapar con el dedo; por el contrario, eleva la demanda a un nivel que rompe la tradición cultural reinante de ayer y de hoy mismo. “Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen…” Parece que el Maestro tiene una enorme confianza en que el resultado que producirá esa conducta de formidable peso moral, será monumental y de un gran poder transformador. Esa es su fórmula para romper el “orden establecido”. El evangelio de Jesucristo, fuente del cristianismo, No ofrece la violencia como respuesta a la violencia. Ante la violencia de Estado (Roma) en amasiato con el poder religioso de su día en Jerusalén (el Sanedrín judío), Jesús responde con su entrega propia, porque hay que aclararlo, a Él no le quitaron la vida, Él la entregó voluntariamente por amor. Esa es su respuesta a un sistema violento que no tiene remedio por sus fuentes corruptas e incorregibles. En consecuencia, los primeros discípulos que enfrentaron también el embate de violencia de Estado, respondieron también en el mismo sentido, inteligentemente. Veamos. En primera, el Estado romano reprimió persiguiendo a los primeros cristianos por no someterse al orden religioso imperante. Pues el cristianismo desafiaba radicalmente a las religiones paganas que daban sustento ideológico y simbólico al sistema dominante. Su respuesta fue, No Resistencia. Tú Estado, impones la ley y la penalidad por transgredirla. Yo cristiano, acato la ley y pago el precio, pero NO me someto a esa ley que considero injusta. Estoy dispuesto a pagar el precio. Pagaron con su vida, como mártires, dando un testimonio que aún hoy, como en aquellos días, estremece e impacta por su determinación y gozo en medio del sufrimiento, así como por su falta de temor. Eso impactó de tal manera que en lugar de decaer, les atrajo nuevos partidarios. En segunda, al discernir el espíritu del Estado, como un estado violento y belicoso. Los primeros cristianos, decidieron no alimentar al monstruo. Ser soldado y ser cristiano son dos opciones que se excluyen. Esta fue otra de las razones de las persecuciones, que los cristianos no se alistaban como soldados para Roma, y que aquellos soldados que se convertían a la fe cristiana, abandonaban las armas, sufriendo las consecuencias del caso; a tal grado se llevaba entonces la convicción de fe cristiana. Se pagaba con la vida el seguir las enseñanzas del maestro. No es posible seguir y servir a dos señores. A este respecto, me pregunto qué estará ocurriendo al interior de las fuerzas armadas en México y en Latinoamérica donde tradicionalmente se utilizan para la represión civil y no para mera defensa de la nación contra poderes ajenos. ¿Habrá cristianos al interior de las fuerzas armadas? ¿Estarán esos cristianos participando de torturar, disparar a civiles indefensos u otros abusos? ¿Hay cristianos enlistándose en las fuerzas armadas? ¿Entienden los cristianos los valores éticos y morales superiores del cristianismo? Y, los de ese partido identificado con la ultraderecha, ¿son verdaderos cristianos? ¿y los diputados y senadores que votan contra el interés del pobre, de la viuda, del huérfano y del más vulnerable, son cristianos? ¿y aquellos funcionarios públicos en cuyo poder está hacer algo y que se hacen voluntariamente sordos, ciegos y mudos ante el drama social; son cristianos? ¿Un ejecutivo que lanza a la calle a más de 40mil familias de la noche a la mañana, será cristiano? ¿Un secretario de Trabajo inmisericorde al clamor social del trabajador, será cristiano?; ¿No es acaso todo lo anterior expresión de una violencia demencial?; Y ¿qué de los narcotraficantes, asesinos, torturadores, secuestradores y delincuentes desalmados; se consideran ellos cristianos?; y, ¿qué de los que entran a robar a las casas, o de los tratantes de blancas, o de los malos vecinos, o de los que rayan el auto solo por envidia o diversión, o de los que tiran basura en la calle, o de los que sobornan para ser privilegiados, o de los jueces que venden la “justicia” al mejor postor, o de las mujeres “robamaridos”, o de las mujeres que venden a sus hijas, o de los hombres o mujeres que abandonan a sus hijos, o de los comerciantes voraces que defraudan al consumidor, de los que dan peso y medida adulterada, o de los curas pederastas, o de los pastores golpeadores de esposas, o de los hombres o mujeres que no salen de la iglesia y que miran a los demás como indignos e inferiores, señalándolos como “destinados al infierno”?; ¿SON TODOS ELLOS, CRISTIANOS? ¿Es eso expresión de los valores del cristianismo de Jesús?
El Estado hoy sigue en dirección antagónica a la doctrina cristiana respecto a la no violencia. Sobresale el caso de México, donde quien encabeza el poder ejecutivo, se autoproclama “cristiano” de profundas convicciones, pero por otro lado, asume la vía de la violencia de Estado como medio de “combatir” o emprender la “guerra contra el narcotráfico”, como entonces le llamó, aunque ahora lo niegue, tildando vidas humanas inocentes como “daño colateral”. Esto, NO TIENE NADA QUE VER CON EL CRISTIANISMO DE JESUS. Hasta me parece ver el horror y tristeza en el rostro de Jesús.
No os engañéis. El Cristianismo puro; no prostituido, adulterado, adelgazado, falsificado, espurio, falseado y corrompido; nada tiene que ver con la violencia. Hay un rechazo total a la violencia. No debe confundirse el obedecer la ley del gobernante, con hacerse cómplice de maldades, o traicionar la ética y la moral cristiana. Tampoco decir la verdad es incitar a la violencia. Para nada. Los primeros cristianos le dijeron a Roma, NO. Esas no son mis prácticas y se lo dijeron pacífica, pero enérgicamente. Y añadieron, estoy en el Estado, pero mi ciudadanía es celestial, y mientras estoy de paso, obedeceré las leyes del lugar por donde transite pero NO negociaré mis convicciones. Esto en cuanto a la esfera pública de la vida del cristiano.
Lo mismo para la esfera privada. La violencia no tiene nada que hacer en la intimidad del hogar que se llame cristiano, ni al interior de la vida de las comunidades cristianas, sea en su interacción entre los miembros, o en su interacción de los miembros con sus líderes, sea también en cualquiera de sus formas: verbal, física, psicológica, sexual, económica, patrimonial o simbólica. Las expresiones de tiranía, crueldad, imposición, absolutismo, exclusión, represión, coerción, insulto, penas infamantes, degradantes e indignantes, no son para nada expresiones que tengan cabida en la doctrina de Jesucristo, todo lo que corresponda a esa naturaleza, de mal proviene, nada tiene el cristianismo que ver con ello, sin consideración de que se le apode “cristiano”; queda entonces la pregunta: ¿Cuántos de ese 90% de mexicanos de credo cristiano, son verdaderamente cristianos en su conducta ética y moral derivada de las enseñanzas de Cristo?.
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